Hay héroes que lo son sin saber que lo pueden ser. Héroes vivos, porque los muertos nos sirven de poco. Resistiendo, haciendo frente a base de entusiasmo, siempre; de miedo, muchas veces; de coraje, no queda más remedio.
Ahí se dirime el conocido epígrafe “Ser o no ser” del monólogo de Hamlet con la calavera de Yorick en la mano, en la obra de Shakespeare. Hamlet es el camino que nos lleva a hacerle frente a toda la parafernalia estructural y opresora de los nazis antes de la segunda gran guerra del siglo XX, a una compañía de teatro compuesta por héroes que deberán interpretar, en algunos casos, a seres abyectos.
Pero no es cuestión de contar aquí la película de Ernst Lubitsch, “To be or not to be” de 1942, y que no ha perdido ni un ápice de su frescura, de comicidad, de su crítica, de su buen acabado, delicia de todo aquel al que le guste el cine bueno. (Los jóvenes que no se la pierdan, si aún no les ha llegado).
Lo que tratamos aquí es de ver si esa gran cinta en blanco y negro resiste el paso por el teatro. Si son capaces de imbuirnos en el espíritu cómico, sarcástico, punzante y de denuncia al mismo tiempo. Y lo consiguen. Claro que lo consiguen, añadiendo en algunos casos secuencias filmadas al estilo del cine del momento, sin alardes escenográficos, con el vestuario adecuadísimo y, lo principal, con una gran adaptación y una encomiable interpretación por parte de todo el elenco.
Bernardo Sánchez es el que firma la versión y puede darse por más que satisfecho. Y lo dirige Juan Echanove que también interpreta al personaje principal como un héroe que parece venido a menos, pero que se engrandece en su interpretación a medida que se va desarrollando la trama, con el apoyo indispensable de unos estupendos representantes que también ejercen de héroes sin saberlo. Incluso los personajes de los nazis son cercanos, humanos, aunque no quieran parecerlo, divertidos, buenos, en cuanto a su bien hacer al servicio de esta comedia con ritmo, con mil aciertos, con la capacidad de ser lo que Shakespeare, o Lubitsch, o cualquier teatrero o cinéfilo hubiera querido no perderse como espectador entregado y exigente y serio.
Con Juan Echanove están también Lucía Quintana, Ángel Burgos, Gabriel Garbisu, David Pinilla, Eugenio Villota, Nicolás Illoro y tengo que mencionarlos a todos porque todos contribuyen al éxito.
Ser o no ser, hasta en los tiempos difíciles mostrar humor es ser inteligente, lamentarse todo el tiempo es no serlo. Ser o no ser, resistiendo. Teatro dentro del teatro sacado del cine, teatro por fuera, teatro por dentro. Teatro necesario en tiempos convulsos de guerra, en situaciones al límite de héroes anónimos que luchan en lo que saben hacerlo.
En este caso, los cómicos héroes son los que se enfrentan a la represión tiránica y despótica de un hecho aciago. Pero también podrían unirse maestros, músicos, escritores, periodistas, amas de casa, ejecutivos, obreros,… todo aquel que esté dispuesto a aportar con lo que sabe, como buenamente pueda, a acabar con esta locura de invasiones de energúmenos que no son héroes, sino espectros vivos que solo quieren que el mundo esté a sus pies, y muerto.
Alberto Morate tiene el teatro como modus vivendi. Durante más de 40 años ha sido profesor de dramatización, ha dirigido grupos de teatro, ha escrito obras y ha interpretado ocasionalmente como actor. Desde el año 2014 también reseña funciones y espectáculos. Realiza sus crónicas con un estilo peculiarmente poético, haciendo hincapié en el tema, y comentando las representaciones desde un punto de vista emocional, social y humano.
