Arroz y sushi
Alguna vez oí a mi madre esa expresión, “como geisha por arrozal”, y nunca supe qué quería decir realmente. Entendía “como”, entendía “geisha”, a pesar de mi adolescencia, sabía qué era “por”, y también sabía qué era un “arrozal”. Pero me costaba unir las cuatro palabras y me quedaba sin saber qué quería decir mi madre. Nunca se lo pregunté, porque me hacía gracia la expresión.
Y, hete aquí, que hoy me encuentro que la compañía Mstalla también la utiliza para su montaje donde, efectivamente, hay geishas y el arrozal es el escenario.
Pareciera que es un texto sin pies ni cabeza pero, muy al contrario, los tiene, los pies, las cabezas, los cuerpos, el humor, el absurdo, la intriga, el desorden, la positividad y, quizás, la sensualidad, el morbo, la crítica y, también, ¿por qué no?, la fusión gastronómica entre la cocina mediterránea y la japonesa, tan de moda últimamente por los cocineros Alberto Chicote, Dabiz Muñoz, y Ricardo Sanz, por ejemplo. Arroz y sushi, en una mezcla de teatro de intriga, de varietés, de zarzuela, de comedia astracanada y de teatro No. Es decir, elegancia, belleza, misterio, humor.
Pues eso, Como geishas por arrozal, con dirección de Eduardo Solís O’connor, por lo tanto también, un fusionado irlandés o vaya usted a saber.
De lo que se trata, (pero no se preocupen, no les voy a desvelar el argumento), es de proporcionar cierta dosis de sorpresa, de pasión, de polémica, de imprecisión, de vaguedad, (no por pocas ganas de hacer las cosas, sino porque nada hay más ambiguo que unos japoneses que se pirren por el flamenco), para que unas bailaoras/espías tengan que cargarse al heredero del imperio japonés. Y no desvelo nada, que esto viene en la sinopsis del grupo.
Sonia de Rojas, Estíbaliz Juncal, Gala Gancedo, Auxi Manzano, Jade-Shekina Santana se defienden y contradicen, son geishas y poetas, actrices y flamencas, amorosas y asesinas.

Este argumento desvela poco de la trama y no quedará más remedio que acercarse a verlo, porque cuanto menos, encontraremos una puesta en escena original y confusa, pero a propósito, donde el énfasis está en cómo lo hacen y no en qué es lo que dicen.
Creo que ahora he entendido mejor a mi materna cuando decía “como geisha por arrozal”, porque me estaba diciendo: vete a ver esta obra cuando la pongan, porque será inevitable que después escribas sobre ella.
Amén.
Alberto Morate tiene el teatro como modus vivendi. Durante más de 40 años ha sido profesor de dramatización, ha dirigido grupos de teatro, ha escrito obras y ha interpretado ocasionalmente como actor. Desde el año 2014 también reseña funciones y espectáculos. Realiza sus crónicas con un estilo peculiarmente poético, haciendo hincapié en el tema, y comentando las representaciones desde un punto de vista emocional, social y humano.
