Las reseñas de Alberto Morate: LO QUE TÚ NOS DEJAS. Por eso te escribo esto.

Alberto Morate se acercó al Teatro del Barrio a vibrar con Inma Cuevas con Lo que tú nos dejas. La intérprete además estrena en breve Lavar, marcar y enterrar el musical como adelantamos en un reciente post.

Creo que mis palabras, lanzadas al aire o escritas en una carta, te llegarán, de algún modo. No entraba en nuestros planes que ya no estuvieras. Y así lo pienso ahora, después del tiempo. Estás ahora y entre nosotros. En mis recuerdos. En el tiempo que se ha quedado detenido para mí, y aunque siga pasando, no importa. Vivo en un otoño perpetuo. Con las hojas de los árboles caídas por el suelo sin posibilidad de que vuelvan a crecer otras. Con las hojas de mis cartas que te escribo y te leo para que sepas de mí, de nosotros.

Fuiste auténtico, vibrabas con el canto de los pájaros y con los charcos de la lluvia. Sí, ahora soy yo la que llueve por dentro, tu madre. Pero mi anhelo es sentirte, real y cotidiano, a pesar de las circunstancias aciagas de tu partida. Los demás iremos cambiando, tú seguirás perpetuamente siendo el que eras, íntegro, sensible, nuestro.

En este monólogo, Inma Cuevas nos recita un poema, un canto de desolación y desasosiego cargado de ternura y nostalgia. Un estremecimiento en forma de palabras, de silencios, de voz quebrada, de pugna entre hundirse o subsistir en un recuerdo entre la soledad o salir adelante, con la conciencia de los sentimientos. No, no está loca por escribir cartas a su hijo, por lanzarlas al viento, de esa manera lucha y, de alguna forma, es capaz de afrontar tanto sufrimiento.

Basado en un texto de Alba R. Santos, la actriz se autodirige e interpreta con toda la sensibilidad demostrada en otros trabajos, que su canto es libre y necesario, terapéutico, sentido, en un vaivén de entre el pasado y lo que sucederá luego.

Lo que tú nos dejas es un texto herido del corazón, son los órganos de un chico joven que servirán para otros, es el amor sin pretenderlo. Palpita vivo este soliloquio, dulcemente triste, luz tenue de sentimientos que vadean noches, olvidos, silencios.

Amor y palabras, voz y escritura, poesía que no busca el éxito, que se aproxima a ti desde la emoción y resurge desde la sombras y la pesadumbre hasta encogerse el corazón, huérfana y errante que busca encontrarse en un sueño de irrealidad que conecte con lo que está viviendo.

No te olvidaré, hijo, por eso te escribo esto. Nos dejaste, pero sabemos que no estamos solos.

Alberto Morate tiene el teatro como modus vivendi. Durante más de 40 años ha sido profesor de dramatización, ha dirigido grupos de teatro, ha escrito obras y ha interpretado ocasionalmente como actor. Desde el año 2014 también reseña funciones y espectáculos. Realiza sus crónicas con un estilo peculiarmente poético, haciendo hincapié en el tema, y comentando las representaciones desde un punto de vista emocional, social y humano.

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