«Musicales. Los 50 mejores espectáculos de Broadway», un gozoso y documentado acercamiento a la cuna del género

Es sorprendente. En un país que en las últimas décadas se han estrenado decenas de títulos de teatro musical, apenas hay cultura de musicales. El público «masivo» no conoce la historia detrás de esos musicales que les hacen vibrar. Seguro que si preguntamos en una calle cualquiera quiénes son Lin Manuel Miranda -háganse un favor y vayan a ver a los cines In the heights, el mayor espectáculo cinematográfico musical de los últimos años, y no se pierdan Hamilton en Disney +- o Alan Menken, pocos sabrán la respuesta. Seguro que han escuchado alguna vez El fantasma de la ópera, pero no tienen la menor idea de quién es Andrew Lloyd Webber o quién está detrás de los Follies -disponible en La Teatroteca– y Sweeney Tood– la versión televisiva con Angela Lansbury está editada en dvd y la española se puede ver también en La Teatroteca, que dirigidos por Mario Gas emocionaron al público. Sí, el gran público no sabe quién es Sondheim en España. Una pena, la verdad. De ahí la importancia que siguen teniendo títulos que aunque incompletos como este Musicales, Los 50 mejores espectáculos de Broadway pueden ser un buen acercamiento a algunos de los títulos que, a criterio del autor, son los más relevantes. Como suele ocurrir, la información se queda un poco escasa a para los amantes del género que solemos devorar toda la información sobre esos musicales que nos apasionan.

A pesar de lo dicho anteriormente, Luis Poyo hace un trabajo espléndido en comparación con libros anteriores del estilo en los que detecté infinidad de datos erróneos fácilmente corregibles. Este libro que edita Lunwerg va más allá de la información que parece extraída de Wikipedia, ofreciendo datos sobre la creación de los espectáculos y sobre los creativos detrás de la magia.

Uno de los plus sin duda es el diccionario de Broadway. En cada musical encontramos desde términos del argot teatral a los nombres del sindicato de actores o de los premios de la industria del musical. Por eso, por ese plus creo que este libro es el definitivo para los no iniciados.

Por supuesto de cara al futuro haría falta algún título para los que ya tengan algún conocimiento del género. Esperemos que con la aún tímida, pero poco a poco mayor «cultura de musicales» se apueste por títulos más concretos -desde libros dedicados ex profeso a los montajes hechos en España que hay muy poco al respecto y es imposible de conseguir el mayor trabajo hasta la fecha, a incluso libros sobre los autores más destacados del teatro musical en castellano, ya que ni siquiera se suelen editar en castellano estos libros normalmente escritos en Inglaterra y Estados Unidos.

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«100 musicales que deberías ver», la mejor guía para un primer acercamiento al musical

Es importante leer el prólogo de esta publicación para comprender las decisiones tomadas. Y es que la elección de ciertos musicales y no otros en este particular listado «no solo se trata de una decisión eminentemente subjetiva, sino también llena de aspectos opinables que no creo que se puedan llegar a justificar más allá de la mirada de quien escribe».

De ahí decisiones cuanto menos discutibles para un conocedor del mundo del teatro musical como no dedicar un apartado a fenómenos de la escena como Hoy no me puedo levantar– una pena que se pase de puntillas por las apuestas de teatro musical made in Spain– y sí dedicárselo a musicales recientes que apenas han tenido eco más allá de Broadway y-o el West End. También sorprende que incluyendo tantos datos fácilmente localizables en internet se digan cosas como que Follies se estrenó en el ¿Teatro Nacional de Madrid? refiriéndose al Teatro Español, claro está.

Entré en 100 musicales que deberías ver atraído por el atractivo diseño de la publicación plagada de atractivas fotos de escena -incluidas muchas de las producciones españolas, cosa harto agradecible para los espectadores que las hemos podido revivir de esta forma.

Más allá de los datos genéricos -no deja de ser una publicación para el lector simplemente aficionado al teatro musical sin mucho conocimiento del tema- destaca el apartado ¿Qué fue primero el musical o la película? Seguro que muchos espectadores se sorprenderán con títulos que están instalados en el imaginario colectivo como películas, pero que se estrenaron como funciones teatrales.

100 musicales que deberías ver es una estupenda guía para tener a golpe de vista la información básica de una cuidada selección de títulos representativos de las aristas de un género en constante evolución.

Mary Poppins, un clásico que nos sigue llenando de MAGIA cincuenta años después

Uno de mis recuerdos infantiles asociados a la televisión se asocia al mundo Disney. Además del mítico programa Club Disney, se creó un espacio semanal en Telecinco, los sábados por la tarde, llamado Cine Disney. A pesar de lo poco original del título del contenedor cinematográfico de la cadena que ahora rellena su programación con, ojo al dato, ¡28 horas a la semana del cutrerio de Chelo García Cortés, Belén Esteban and co! La primera película que recuerdo haber visto en ese espacio fue Mary Poppins, aunque es cierto que creo que ya la había visto antes gracias a una copia del videoclub que marcó mi infancia. La última vez que vi Mary Poppins fue hace sólo unos meses gracias a una excelsa edición en DVD llena de jugosos extras, incluido un número del montaje de Broadway que tuve la suerte de ver en 2010. Cuando estuve en Broadway, lo tuve claro. Tenía que ser mi prioridad ver el musical que, estoy seguro, hizo que se despertarse en mi la PASIÓN por ese género que día a día se va afianzando en nuestro país. Y sí, en el teatro neoyorquino vi a la niñera más famosa ¡Volando! sobre el patio de butacas, ¿Cómo olvidarlo? Hace cincuenta años contar esta historia fue una apuesta de riesgo del amigo Walt Disney que se empeñó en adaptar al cine las historias de P.L Travers, como muestra la reivindicable cinta  Saving Mr Banks. Supongo que para un espectador de la época sería cuestión de segundos pensar que lo veían en pantalla era simplemente MAGIA. Yo sigo teniendo esa percepción cada vez que la vuelvo a ver. Ahora que lo pienso, creo me voy de estreno, aunque la película se estrenase hace medio siglo, pero cada vez es distinto. Y lo siento, no la veré en VO, que también he visto en varias ocasiones. Me quedo con el doblaje en castellano, que a fin de cuentas fue el que marcó mi infancia y me sigue gustando escuchar eso de «Con un poco de azúcar…» y tantas melodías maravillosas. Por otros cincuenta años de MAGIA, esperemos que pronto la tengamos sobrevolando la Gran Vía, ¿Va de sueños la cosa no? 

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