Uno de mis recuerdos infantiles asociados a la televisión se asocia al mundo Disney. Además del mítico programa Club Disney, se creó un espacio semanal en Telecinco, los sábados por la tarde, llamado Cine Disney. A pesar de lo poco original del título del contenedor cinematográfico de la cadena que ahora rellena su programación con, ojo al dato, ¡28 horas a la semana del cutrerio de Chelo García Cortés, Belén Esteban and co! La primera película que recuerdo haber visto en ese espacio fue Mary Poppins, aunque es cierto que creo que ya la había visto antes gracias a una copia del videoclub que marcó mi infancia. La última vez que vi Mary Poppins fue hace sólo unos meses gracias a una excelsa edición en DVD llena de jugosos extras, incluido un número del montaje de Broadway que tuve la suerte de ver en 2010. Cuando estuve en Broadway, lo tuve claro. Tenía que ser mi prioridad ver el musical que, estoy seguro, hizo que se despertarse en mi la PASIÓN por ese género que día a día se va afianzando en nuestro país. Y sí, en el teatro neoyorquino vi a la niñera más famosa ¡Volando! sobre el patio de butacas, ¿Cómo olvidarlo? Hace cincuenta años contar esta historia fue una apuesta de riesgo del amigo Walt Disney que se empeñó en adaptar al cine las historias de P.L Travers, como muestra la reivindicable cinta Saving Mr Banks. Supongo que para un espectador de la época sería cuestión de segundos pensar que lo veían en pantalla era simplemente MAGIA. Yo sigo teniendo esa percepción cada vez que la vuelvo a ver. Ahora que lo pienso, creo me voy de estreno, aunque la película se estrenase hace medio siglo, pero cada vez es distinto. Y lo siento, no la veré en VO, que también he visto en varias ocasiones. Me quedo con el doblaje en castellano, que a fin de cuentas fue el que marcó mi infancia y me sigue gustando escuchar eso de «Con un poco de azúcar…» y tantas melodías maravillosas. Por otros cincuenta años de MAGIA, esperemos que pronto la tengamos sobrevolando la Gran Vía, ¿Va de sueños la cosa no?