La Chispa de la Vida, estreno este viernes, no ha sido lo suficientemente valorada por la Academia. No tengo la menor duda de que el público va a responder positivamente a este estreno. La gran ausente de las nominaciones ha sido Cinco Metros Cuadrados y la gran sorpresa, o no tanto, ha sido ver a Eva, la mejor película del año según mi modesto criterio, entre las favoritas. Este fin de semana toca ver buen cine español y La Chispa de la Vida es una buena opción.
La carrera de Álex de la Iglesia toma un cambio de rumbo en esta, inesperada, cinta sobre la crisis de valores actual. Aquí, no asustan demonios ni payasos siniestros, el director bilbaíno ha conseguido asustarnos con la, cruda, realidad. Tan solo un año después de sacar del horno la excesiva Balada Triste de Trompeta, Álex de la Iglesia nos presenta ahora su película más cruda hasta la fecha. Tan cruda que, en ocasiones, el espectador se llega a retorcer en su butaca. ¿Hay algo más inquietante que no saber elegir el camino correcto en nuestras vidas?
El personaje de José Mota es un pobre hombre, un publicista en paro que, por azares del todo increíbles, termina en la peor de las pesadillas que, paradojicamente, podría acabar con todas sus penurias económicas. En ese momento, se plantea si todo tiene un precio ¿Lo tiene la dignidad humana? La desgracia del protagonista se convierte en el foco mediático de unos medios de comunicación que auspician el todo por la audiencia. Es inquietante lo reconocible que pueden resultar los estereotipos de personajes trazados por De La Iglesia. Juanjo Puigcorbé es un directivo del “todo por la audiencia” que se parece al jefazo real de uno de los programas al que alude mediante imágenes la película. De La Iglesia ataca el excesivo “ensañamiento” de los medios con ciertos temas, pero deja a uno de los personajes, periodista, un poquito de dignidad, que también en esta profesión la hay. Juan Luis Galiardo, en estado de gracia, es un alcalde trepa de esos que han vaciado las arcas de los ayuntamientos.
Mota es un pobre hombre que sufre y lucha por combatir sus propios principios. ¿Cuánto vale la dignidad de ese ser humano? Mota analiza milimetricamente a su “anodino” personaje y le convierte en real, en un personaje de carne y hueso. Una de las interpretaciones más apasionantes de nuestro cine en los últimos años. Salma Hayek también convence, como todo el “coro griego” de secundarios maravillosos: desde Fernando Tejero a Joaquín Climent, Manuel Tallafé, Santiago Segura, Edu Casanova, Blanca Portillo y, como no, Juan Luis Galiardo.
Todo encaja en este “marmitako explosivo” que precisamente estrenó el director en su Bilbao natal. Es tan real lo que vemos en pantalla, que nos lleva a plantearnos el sentido de ese rumbo llamado capitalismo, ahora más podrido que nunca. Solo el tiempo dirá si es la mejor película de Álex de la Iglesia, pero al menos por ahora podemos decir que ésta es una de sus grandes obras.