En el salón de casa, una familia vasca escucha el disco de Cabaret que el pequeño de la familia ya se sabe de memoria. Aprende las canciones y monta improvisados conciertos para sus ‘amigos invisibles’ con los que se prende la llama su imaginación. ¿Quién iba a decir a ese niño medio autista y solitario que una noche de 2003 se convertiría en el mítico personaje que Joel Gray popularizó en la gran pantalla? Hoy esos ‘amigos invisibles’ son de carne y hueso y braman ante su particular Dios pagano musical en el castizo Teatro La Latina. Señoras y señores, con todos ustedes el actor, el cantante, El intérprete, Asier Etxeandia.
¿Cómo nace El intérprete?
Nace de las ganas de cantar y de expresarme desde que soy pequeño. Cuando estoy cerca de la cuarentena, tengo 37 años, encuentro a Tao Gutiérrez y tengo una necesidad imperiosa de hacer homenajes a personas como mi madre y a momentos muy especiales de mi vida. Siempre he estado en grupos de rock and roll y lo he compatibilidad con la actuación estos años. La música era el camino que yo quería seguir, pero la vida me ha llevado a ser actor, que creo que es practicamente lo mismo. Creo en los cantantes que cuentan historias, no en las grandes voces.
Si tuvieses que encuadrar al espectáculo en un género…
Siempre he buscado un camino intermedio entre la interpretación y la música. No quiero hacer un musical al uso, está muy visto. Tampoco es un espectáculo de cabaret en un sentido estricto. Es un concierto, pero las canciones que canto me importan. Para mi forman parte de momentos importantes de mi vida. Es muy autobiográfico. Parto un poco de un sueño de mi infancia. Yo hacía conciertos en mi cuarto y aprendí a hablar cantando. Mi infancia la he superando jugando a ser actor, cantante, a ser el intérprete (se le escapa casi por inercia esa especie de eslogan que acompaña al espléndido video promocional de La Caña Brothers y al comienzo del espectáculo). No hablo de momentos concretos de mi vida, sino de sensaciones, de cómo me sentía. En el fondo, es un homenaje a mi madre. Se me fue hace 6 años, pero a medida que nos hacemos mayores comenzamos a guardar mayor honor a los padres. Sentía una necesidad de homenajearla y lo hago a través de canciones que, aparentemente, no tienen nada que ver. Hago un recorrido musical de The Rolling Stones a Talking Heads, Chavela Vargas, La Lupe, Gardel…

Con Cabaret te ganaste el respeto de la crítica y el aplauso del público, ¿Que ha significado Emcee en tu carrera?
Fue otro de los grandes sueños de mi carrera. Mis padres tenían el disco de Cabaret y me sabía todas las canciones de memoria. Creo que el personaje del maestro de ceremonias siempre ha estado gestándose dentro de mi. Me encanta que alguien con un secreto tan grande, con todo ese misterio, tenga la dualidad de por un lado llegar a dar miedo y por otro conseguir que todos se sientan a gusto con él como anfitrión. Esos dos vértices me atraían mucho del personaje. Sin duda, fue el proyecto que me hizo desarrollarme como actor y ser reconocido en Madrid.
Tres proyectos a la vez. A este intérprete le sumamos los estrenos en el Teatro Español de La chunga y en La casa de la portera de Sagrado corazón 45, ¿Duermes por las noches?
(Risa grande. Su voz ronca derrocha calidez)
Duermo muy tranquilo, tengo la conciencia muy tranquila. Eso sí, tengo horario de jubileta. A las diez de la noche me entra el sueño y a las siete de la mañana me despierto con un chute de energía tremendo para ensayar La chunga. Por las tardes he estado ensayando El intérprete. Y cuando tengo un hueco, ensayo para La casa de la portera. Surgió así y no podía decir que no a ninguno de estos proyectos. Esto es un oficio y hay que encararlo así, trabajando mucho y aprendiendo con cada experiencia. Estoy al borde de la embolia, pero estoy muy feliz.
La chunga es un texto brillante de Mario Vargas Llosa y está resuelta de una forma mucho más bizarra de lo que pensábamos. Es muy extremo, lleno de las mayores bajezas humanas. Hay un reparto maravilloso y estamos descubriendo una obra increíble con escenas muy subidas de tono, pero muy emocionales y grotescas. Me recuerdan al Valle Inclán de Divinas palabras con estos personajes de los suburbios. Además, Joan nos está dirigiendo de una forma muy fina por no hablar del reparto que es fantástico. En Sagrado corazón también tenemos un elenco muy bueno. Es un texto muy bonito sobre una casa que pide sangre. Yo estoy como loco por trabajar en La casa de la portera. Me parece un hallazgo tener al público tan cerca. Solo hay una opción: ser de verdad.
¿Son estos espacios alternativos el pulmón del teatro en estos tiempos inciertos?
La cultura es como el agua, va a seguir fluyendo. Es una necesidad del ser humano. Si es necesario nos lo montaremos por nuestra cuenta y tomaremos los palacios y nos subiremos a la chepa del gobierno si hace falta para poder actuar. Si durante siglos la cultura ha seguido presente es por ser una parte importante del ser humano.
Mañana celebramos una nueva edición del Día Mundial del Teatro, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para Asier Etxeandia?
El teatro me ha enseñado mucho. Tengo una profesión que me enseña a empatizar con el ser humano. Conmigo mismo y con los demás. Tengo una necesidad de contar historias y de ahí que necesite un receptor. Creo que no sabemos vivir en comunidad y que el teatro hace mucho por conseguir el entendimiento de la comunidad. Los griegos lo hacían por eso. Es uno de los valores más grandes que tiene el ser humano en su vida.
Dos figuras esenciales en tu carrera teatral han sido Blanca Portillo y Tomaz Pandur, ¿Qué has aprendido de ellos?
Blanca y Tomaz me han enseñado muchísimo, ha sido un regalazo trabajar con ellos. Pandur me permitió volar y me puso todos los elementos necesarios para que yo crease y disfrutara. Blanca como actriz y compañera me ha enseñado lo que es la interpretación y lo que es ser un actor. Les echo de menos. Una está trabajando y el otro en Eslovenia, ¡Qué ganas de que nos volvamos a reunir!
Aunque tu escena se suprimió, trabajaste con Almodovar en Los abrazos rotos…
Fue muy rápida la experiencia, se rodó en un día y no lo pude disfrutar como querría. Espero poder trabajar con Pedro en condiciones en el futuro.
En televisión has sido compañero de la reciente Goya de Honor, Concha Velasco, en Herederos, ¿Con qué te quedas de esa experiencia en la pequeña pantalla?
Concha es una maravillosa actriz y una excelente compañera. Herederos es una de las series en las que mejor me han tratado. Estamos haciendo muy buenas series en España, vamos por buen camino.
En Los días no vividos se cruzaron en tu camino La Caña Brothers, que han colaborado activamente en El intérprete, ¿Cómo recuerdas esa experiencia cinematográfica?
Es una de las cosas más bonitas que he hecho en mi carrera. Teníamos un equipo que me ha sorprendido mucho y me ha hecho creer que todo es posible. Gente que se dedica al cine solo por amor uniendo fuerzas en una especie de factoría, hecho todo con mucho amor y una honestidad alucinante. Estoy muy orgulloso de haber trabajado en ese proyecto de La Caña Brothers.
Con tres espectáculos a la vez, ¿Serías capaz de meterte en algún proyecto más?
Si surge algo audiovisual para llenar la nevera, mejor que mejor, todo se puede compatibilizar. El intérprete es para hora golfa y el resto de proyectos tendrán una vida de unos meses nada más.
Una bestia escénica inclasificable
Cuando traspasamos las puertas de La Latina nos convertimos en los ‘amigos invisibles’ de Asier, un niño ‘raro’ que nos invita a ser nosotros mismos. En un viaje musical a su infancia, el protagonista de La chunga hace un repaso por temas que van de Puro Teatro a Los Rolling. De la argentina de Gardel a su Bilbao natal. Con una energía irresistiblemente contagiosa nos invita a vivir una noche inolvidable en una suerte de espectáculo que bebe del cabaret, los conciertos al uso y, por supuesto, un poquito del teatro musical convencional. No es ninguna de las tres cosas, pero es simplemente mágico. Con unos textos muy bien ensamblados en la parte dramatúrgica del espectáculo, El intérprete confirma a Asier Etxeandia como una bestia escénica inclasificable, dotado de un talento que vuela alto. En fin, que nadie se pierda el espectáculo los viernes en La Latina, es algo simplemente imprescindible en la cartelera madrileña. Ojo también a los estrenos de La chunga y Sagrado corazón 45, seguro que tampoco decepcionan.
*El espectáculo de Factoría Madre Constriktor abre las sesiones golfas del Teatro La Latina. Esta semana habrá sesión el jueves y el viernes a las 23:30 horas. En abril estará los viernes a la misma hora.
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