Cuando Juan Fernández entra en el Teatro Nuevo Apolo, aún no ha terminado la función de Aladín, un musical genial, espectáculo con el que comparte teatro El nombre de la rosa, función que protagoniza desde hace unos meses. Y comienza la entrevista con una energía especial tras pasar animadamente por la sala en el último número del musical: «Les veo en el escenario y la verdad es que me dan envidia. He cantado alguna vez en el escenario, pero nunca he hecho un musical como tal». Si algo le gusta del teatro con respecto al cine y la televisión es que le pone los pies sobre la tierra. Y es que no hay un acto más generoso que el de un ser humano que respira contigo y te da una bofeta para que ‘despiertes’ en una sociedad anclada en vicios que deberíamos haber subsanado ya. De voz y presencia escénica imponente, Fernández ha desarrollado una dilatada trayectoria en los escenarios, en la televisión, en el cine y en el doblaje: «Los empresarios quieren que rebajemos un 20% nuestro sueldo». Y las televisiones comienzan a temer que las series americanas no estén dobladas a tiempo. Mientras se solucionan las cosas, él sigue aprendiendo de Guillermo de Baskerville a mantener la calma frente a la adversidad. Y le veremos desde el 1 de abril en una nueva serie, que emitirá TVE próximamente, Victor Ros. Y antes de retomar la gira, se podrá disfrutar de su trabajo en el Nuevo Apolo hasta el 30 de marzo.
¿Ha sido difícil incorporarse a un montaje ya rodado?
Ha sido caótico. Me avisaron a mediados de septiembre para sustituir a Karra Elejalde y, de antemano, me pareció un reto. Por la disparidad geográfica de los actores era imposible que nos juntásemos para ensayar, así que les seguí en la gira. Me mandaron aprenderme diez escenas para el ‘bolo’ de Alicante y cuando vi la obra me quedé perplejo. Me parecía imposible “aprenderme” la puesta en escena. En Pamplona volví a ensayar con ellos y antes de estrenar en Lodosa, solo tuve la oportunidad de ensayar una vez más. Tuve que ensayar mucho por mi cuenta en mi casa. Tomé como base el personaje del cine, pero claro allí cuentan con el primer plano y en el teatro, se trabaja con un plano general continuado. Por lo tanto, tuve que desechar la idea de imitar a Sean Connery. Al final, la novela fue mi salvación. De ella cogí las claves para construir un personaje en el que me costó entrar bastante. Un técnico me decía que algunas frases no se entendían. Yo le contestaba que no me salían del cuerpo de lo inseguro que estaba. Ahora ya lo disfruto mucho la verdad. Es un personaje que siempre soñé con hacerlo, pero me parecía impensable que alguien se atreviese a hacer esta obra en España. Ha sido casi una cosa del destino. Lo estrena Karra Elejalde, pero por cuestiones personales lo tiene que dejar y piensan en mi para este personaje…
¿Que ha aprendido Juan Fernández de un personaje como Guillermo de Baskerville?
Me ha enseñado a calmarme un poco, pierdo los papeles con mucha facilidad. Soy muy impulsivo y me está enseñando a mantener la calma ante la adversidad, a pasarlo todo por el tamiz de la razón. Nada es casual, sino que todo es causal. He aprendido también algo que es esencial para los actores, saber observar lo que pasa a tu alrededor. Él saca sus conclusiones de los detalles y eso es esencial para nosotros a la hora de componer un personaje.
Aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias?
Creo que el medio no importa, sino la calidad de la historia y que te la cuenten bien. En el caso del teatro destacar que es un espejo donde la sociedad se ha dado de bruces con la realidad. El ser humano ha evolucionado demasiado poco, siempre caemos en los mismos errores. Antiguamente funcionaba muy bien en el público eso de que viesen reflejadas sus taras, pero ahora parece que nos hemos vuelto un tanto insensibles. Aunque nos vistamos de frailes en esta función, de alguna forma el espectador se da cuenta de que esto éramos y qué no hemos hecho nada para cambiarlo. El teatro es una bofetada que nos sirve para darnos cuenta de todo lo que hacemos mal.
Saltamos al campo televisivo con esa experiencia de Tierra de lobos, ¿Qué balance hace de esta serie?
En la tele pasamos por tantas manos… Para mi, la tercera temporada sobraba. Por lo demás, ha sido una experiencia muy positiva. Está mal que yo lo diga, pero creo que he hecho un trabajo muy digno. He conseguido que Lobo fuese un malo con sus razones. Un cacique rural que se defiende como sabe, a tiro limpio.
¿Qué papel ocupa el doblaje en la vida y en la carrera de Juan Fernández?
Ahora mismo estamos en huelga. Los empresarios no nos han subido el sueldo desde 1993 y no nos han pagado el IPC desde entonces. Ahora, encima, quieren que rebajemos un 20% nuestro sueldo por take y convocatoria. Queremos seguir cobrando lo mismo que hasta ahora. Queremos que todo esté recogido en un convenio para que no puedan pagarnos lo que les de la gana, sino lo que creemos que es justo. Yo empecé por casualidad en este mundo. Ana Wagener y Ángeles Neira dirigían doblaje en Sevilla allá por los años 80. Yo no había doblado nunca y me llamaron para un serie malísima titulada Llamada del Oeste, que eran como 400 capítulos. Nos llamaron a unos cuantos actores de teatro y, para mi sorpresa, cuando me puse delante del atril me di cuenta de que sabía doblar perfectamente. Soy autodidacta, me explicaron un par de cosas y lo clavé. Iba a hacer un par de takes y en la siguiente convocatoria, me dieron un protagonista.
Muchos actores me recalcan la parte de “juego” que tiene esta profesión como motor de su vocación, ¿Nació así su interés por esta profesión?
Absolutamente… (Hace un gesto de aseveración hasta en cuatro ocasiones)
Yo siempre quería ser el jefe indio. Cuando estaba jugando yo era Jerónimo, el jefe apache de la serie que veíamos los niños entonces. El teatro es una evolución de esas vivencias. El que se lo tome más en serio, está un poco perdido en la vida. No entiendo a los compañeros que viven el teatro como un sufrimiento. Hay que disfrutarlo al máximo. Es el juego de la mentira y cuanto mejor lo haces, el público entra más en nuestro juego. Lo que no puedes es perder la perspectiva de que el personaje se queda aquí dentro. Los personajes viven, duermen, comen y mueren en el teatro. Yo me acuerdo que en Tierra de lobos cuando me montaba a caballo me imaginaba siendo Julio César, pero luego volvía a mi realidad. Ahora cuando me pongo el hábito de inmediato me convierto en un fraile. Es curioso cómo te cambia la actitud física. Colocas la voz de otra forma, cambia tu tempo… Estás jugando a como crees que es tu personaje.
Y ahora tras tantos años encima de un escenario, ¿Qué proyectos tiene y con qué proyectos le gustaría seguir “jugando” a Juan Fernández?
He hecho una serie para TVE llamada Victor Ros, basada en las novelas de Gerónimo Tristante. Trata sobre la primera polícía que hubo en España, la Metropolitana. Hago de un comisario que viene del ejército y lo colocan allí por influencias política, pero se va adaptando. No tiene nada que ver con Tierra de lobos. Aparentemente se parece a Lobo, pero yo lo he ido limando para que te pueda llegar a caer simpático.

Me encantan el cine y la televisión, pero me decanto por el teatro. El audiovisual te da fama y popularidad y te crees que estás por encima del bien y del mal. En cambio, el teatro te hace poner los pies sobre la tierra. Te da unas curas de humildad maravillosas.
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