Miguel Rellán: «Me interesan los proyectos que me compliquen la vida»

Con una larga trayectoria a sus espaldas, Miguel Rellán le pide a su profesión que le siga sorprendiendo con nuevos retos. Lo fue hace un tiempo el personaje de Al final del arcoiris y ahora se enfrenta de nuevo al teatro: «El lugar donde compartimos emociones», para contarnos la historia de los cómicos de la legua que bien retrató Fernando Fernán Gómez en El viaje a ninguna parte. Sin duda, una de las mejores funciones del año. Pásense por el Valle Inclán. Están hasta el 6 de abril.

La próxima semana Antonio Gil, otro de los protagonistas de "El viaje a ninguna parte", estará DESDE MI BUTACA
La próxima semana Antonio Gil, otro de los protagonistas de El viaje a ninguna parte, estará DESDE MI BUTACA.

¿Qué ha aprendido de este oficio que le ha tocado en suerte a Miguel Rellán con El viaje a ninguna parte?

Me ha servido para reafirmarme en la precariedad en que vivimos. Fernando Fernán Gómez me lo ha recordado.

Coincidió con Fernán Gómez muchas veces, ¿Qué destacaría de su inabarcable personalidad?

Intentar contar a un personaje del calibre de Fernando sería harto difícil. Con las grandes personalidades, es imposible catalogarlas, poder describirlas con palabras… Es un todo en el que van incluidos desde la voz a esa rara inteligencia que tienen genios como Fernando. Él era capaz de plantear un tiro de cámara que solo a alguien como a él se le ocurriría. Tenía unos planteamientos nada vulgares, que se salían de lo que los demás pensábamos. Tenía una voz -le imita- poderosísima. Era toda una personalidad, muy distinto.

Y después de El viaje a ninguna parte se reembarca en el monólogo Novecento, un cambio radical…

El 14 de mayo retomo este espectáculo en la sala pequeña del Teatro Español. En esa aventura me enfrento al público yo solito tras esta experiencia tan coral que ha sido El viaje a ninguna parte. Tengo un mal concepto del ser humano, creo que somos egoístas y malvados, pero tenemos la extraña generosidad de querer compartir todo aquello que nos gusta. Por eso recomendamos una película o contamos un chiste, para que el de enfrente pase un buen rato. Y eso me ha pasado con este montaje, tengo ganas de compartir con toda mi alma esta historia.

Cine, televisión y mucho teatro, ¿Es para Miguel Rellán el teatro el mejor lugar para contar historias?

Sí, desde luego que creo que es el mejor lugar para contar historias. Tenemos que tener en cuenta que partimos de una enorme convención… Sabemos que es mentira, pero es más verdad que el cine. Me gusta la cita de Orsoll Welles para esto: “Cuando vas al cine te preguntas ¿Cómo lo habrán hecho? Y cuando vas al teatro te preguntas ¿Cómo lo hacen?”. Si tú ves a un hombre llorando a cinco metros de distancia, ahí no hay trampa ni cartón. Se está emocionando delante tuyo. Siendo mentira el teatro es más verdad que lo que ocurre en pantalla. El Titanic no se hunde en realidad en la película, pero en el teatro sí que compartimos emociones.

¿Por qué Beatriz Carvajal se lleva un túper cuando va a comer en verano a su casa?

-Suelta una sonora carcajada en mitad del estruendoso y castizo bar en que nos encontramos, enfrente del Teatro Valle Inclán-

Me lo contó ella hace unos días cuando la entrevisté…

Yo organizo paelladas en verano. Me di cuenta de que no comía mucho y es que no le gustaba el arroz. Ahora ya la hacemos algo especial para ella para que no se tenga que traer el tuper de casa.

¿Qué ha aprendido Miguel Rellán de Beatriz Carvajal en tantos años de trabajo juntos?

De Beatriz he aprendido muchas cosas, pero sobre todo la actitud ante el trabajo. En este oficio hay que estar muy atento y en eso Beatriz tiene una capacidad innegable.

Y con una carrera tan dilatada a sus espaldas, ¿Qué proyectos tiene y con qué proyectos le gustaría seguir soñando?

Jugadores es una función que haremos en los Teatros del Canal con Ginés García Millán, Álex Angulo… Me gustaría que los proyectos que vengan sean un reto. No por hacer grandes papeles, que me supongan un cambio. Lo decía Beethoven: “En esta profesión hay que hacer lo que no se sabe hacer” Quiero meterme en proyectos que me compliquen la vida. Para hacer lo de siempre, no me interesa.

Y en esas “complicaciones” recientes creo que estuvo el inolvidable personaje de Al final del arcoiris

Me encantó el elogio que me lanzó el autor, Peter Quilter, que me dijo que era el actor que mejor había interpretado al personaje en todo el mundo. Por lo visto en otros países optaron por hacer un Tony que era una “locaza”, que es un recurso muy facilón. Yo decidí que quería que se notase que es homosexual, pero lo mínimo. Me costó mucho trabajo, me tuve que empollar un montón de espléndidos trabajos cinematográficos. Como dice Michael Caine en su libro Interpretar en el cine: “Cuando veas algo bueno, cópialo”. Yo lo hice y tomé como base a Ian McKellen en Dioses y monstruos. 

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