Si hay una palabra que se repite cuando Daniel Guzmán habla de su personal ópera prima, A cambio de nada, es la palabra «Sueño». Y precisamente, su cortometraje Sueños fue el primer pasito hacia este A cambio de nada que acaba de estrenar tras casi una década de esfuerzo. Tras el éxito sin precedentes de Aquí no hay quien viva, que le hizo perder lo que es para él lo más importante: El anonimato, decidió parar en seco y centrarse en su proyecto más personal. Ese sueño por el que ha luchado tanto ha merecido la pena. Premiado en Málaga y con el cariño del público que está acudiendo a las salas a verla: «El mayor premio es ver cómo el público ha conectado con la película y la película ha conectado con el público» dice con una sonrisa de satisfacción. Hablamos con él en el Teatro Fígaro, donde representa Los miércoles no existen, una obra con la que se ha reencontrado con su profesión tras tantos años alejado de los focos. Siéntense en sus butacas y disfruten de este soñador empedernido.
¿Cuáles son las claves del éxito de Los miércoles no existen?
La cercanía de unas historias muy reales, con las que el público se identifica de inmediato. Interactuas con ellos, se convierten en parte activa. Creo que responde a un estilo y a una forma de hacer teatro más cercano al público que el convencional y eso es lo que ha convertido a esta obra en un verdadero fenómeno.
¿Cómo llevas este sistema de varios repartos que os rotáis en las funciones?
Me incorporé ya en el Sol de York, nada más empezar las funciones. Me gusta trabajar con lo que ocurre en el momento. Mi personaje lo hacemos diferente cada actor. Es un proceso muy activo al poder trabajar con otros actores y eso me encanta. Tienes que estar muy vivo. En mi reparto no fijamos las cosas, son diferentes las reacciones, te relacionas de forma diferente con uno u otro reparto.
Has vuelto a las tablas tras casi una década sin actuar…
Llevaba nueve años por la película sin actuar. He estado separado de mi oficio de actor. Volver con Recortes fue una experiencia muy especial. Me daba la réplica el espectador. Algo muy diferente a lo que había hecho. Estar en el Lara con las dos funciones fue un buen reencuentro con mi oficio, además de hacer Velvet. El teatro me ha hecho volver a reinventarme como actor.
¿Ha merecido la pena dejarlo todo tanto tiempo por A cambio de nada?
Es muy duro, un camino del que no veía el final. Lo he soportado con mucha paciencia y mucha obstinación y al final lo he conseguido. Encontré cosas muy interesantes escribiéndolo. Es un oficio apasionante. A pesar de haber sido tan difícil, este proyecto ha merecido la pena. El final del viaje está siendo muy bonito. Jurado y crítica han coincidido y eso es muy gratificante. De entrada, me descolocó mucho toda esta repercusión mediática después de estar tantos años alejado de los focos, centrado en este proyecto. Eso creó unas expectativas que a mi me incomodaban ciertamente. Lo bueno es que el final del viaje ha sido maravilloso. En redes sociales, la reacción del público ha sido emocionante, esa es la mayor satisfacción. El mayor premio es ver cómo el público ha conectado con la película y la película ha conectado con el público.
En la película se mezclan actores profesionales con gente que no lo es, ¿Cómo se consigue dar verdad a esa mezcolanza de caracteres?
Hemos hecho un trabajo muy específico para que no se note la diferencia. Necesitaba mucha verdad en los personajes. Creo que la clave ha estado en cómo se han enriquecido los profesionales con los no profesionales y al contrario. Tuve claro que quería esa mezcla, ese neorrealismo con todos los defectos e imperfecciones que pueda llegar a tener. El público valora la autenticidad que hay detrás de la película, más allá de sus imperfecciones.
¿Qué le ha enseñado el mundo del boxeo a Daniel Guzmán?
Si no hay sacrificio encima del ring sufres, al igual que en la vida. Si no te dedicas a tu trabajo, vas a sufrir. Por ejemplo, si no preparas el guión, la película no puede salir bien. Lo bueno es que hay una relación proporcional entre tu sacrificio y tu disciplina con el resultado que puedes llegar a conseguir en el ring y en la vida.
Paraste en seco en mitad del huracán mediático de Aquí no hay quien viva….
Estos años han sido esenciales para encontrar respuestas sobre mi vida. Este oficio es muy contradictorio. Tú necesitas al público y que responda con su cariño, pero si te haces conocido pierdes tu intimidad. Tú no sabes lo que es la intimidad hasta que te la quitan. Perder el anonimato es el mayor peaje que hay que pagar por tener éxito en esta profesión. Lo asumo, pero me molesta haber perdido un poco de libertad en mi vida diaria.
¿En qué han cambiado los Sueños de los que hablaba el adolescente grafitero con los del flamante ganador del Festival de Málaga?
No creo que haya cambiado mucho, si no que creo que sigo soñando incluso más que cuando era un adolescente. De hecho, esta película es un sueño que podría no haberse hecho realidad. Se ha hecho realidad por la capacidad de poder soñar, de creer en tus propios sueños. Si no siguiera soñando, la realidad no me haría feliz. Siempre he apostado por mis sueños hasta el final. Si no sueñas, no vives.