En 1985 Bertín Osborne cantaba «Necesito una amiga». Mientras él buscaba amistades peligrosas, Marty y Doc andaban viajando por el tiempo (en la ficción, en la realidad la segunda entrega en la que viaja a 2015 se estrenó en 1989). No se si en ese momento, el patriota sex symbol se podría imaginar que en 2015 sería la gran estrella de una alicaída primera cadena. «Amigas» como Marilo Montero y Carmen Martínez- Bordiú -sí, estamos en 2015 y no hemos viajado al pasado lo juro- y algún amigo como Carlos Herrera le están dando un momento de esplendor inimaginable a un formato sencillo a más no poder. Hace un tiempo los señores programadores- esos que deciden lo que nos gusta a los televidentes- decidieron que las entrevistas en horario de máxima audiencia, como que no. Pues Bertín hace entrevistas – o más bien algo parecido, a su estilo- sin que parezca que pregunta y eso parece que al público le gusta.
En 1985 Raphael cantaba a los cuatro vientos que seguí siendo aquel. Raphael no se ha ido nunca de nuestras vidas desde que irrumpió allá por los 60. No hemos dejado de verle en infinidad de conciertos y apariciones televisiones. El cine lo dejó aparcado hace 40 años. Aunque si viajamos al futuro, al 21 de octubre de 2015 al que nos llevaron en Regreso al Futuro – oh, sorpresa- Raphael vuelve a la Gran Pantalla. Y lo hace con un papel a su medida y demostrando que está por encima del bien y del mal. El artista nos regala un Alphonso antológico. Una estrella de la canción de lo más mezquina en Mi Gran Noche, la nueva película de Álex de la Iglesia. Y estas navidades vuelve a TVE, ¿2015 verdad? Ayer y hoy, un lujo seguir disfrutándolo.
Ayer, el mundo se paralizó. Era la fecha señalada en el Delorean. Un poco por ir a contracorriente -y por no saturar en el día D-, decido conmemorarlo 24 horas después. Admito que hace unos días cayó en mis manos la trilogía de marras y la he devorado con un inusitado interés. Hay películas que envejecen divinamente y esta historia – en sus tres espléndidas entregas- no deja de asombrar a millones de espectadores varias décadas después de su estreno. Más allá de la capacidad premonitoria – las videoconferencias ya estaban en la mítica saga- o no – de momento una minipizza no se convierte en una familiar al instante tras introducirla en un horno de lo más particular- este tipo de cine ochentero tenía algo que el celuloide actual- por mucho efecto saturador que tenga- no consigue. Se trata de algo tan simple y, a la vez tan difícil, de despertar nuestra capacidad de soñar que todo es posible. Esperen, sí, Doc y Marty han llegado al 2015.
Me ha encantado Carlos…ese enfoque tan particular que le has dado al tema.
Breve pero conciso.