Un vistazo a el teatro que viene (I)

Cuando aún estamos dando los últimos coletazos a la temporada teatral 2013-2014, vamos conociendo poco a poco algunos de los estrenos que llegarán a partir del verano y que serán protagonistas de la próxima temporada.

Andrea D’Odorico estrenará su nueva producción, Así es, Así fue, el 13 de junio en el Festival de Cáceres. El montaje estará dirigido por Laila Ripoll y protagonizado por Juan Fernández, Verónica Forqué, Joaquín Notario y José Manuel Seda.

Así es, si así fue es una comedia humanística que muestra la sociedad española desde comienzo del siglo XV hasta mediados del XVI. Un recorrido que reúne las más bellas voces de la tradición oral y escrita de la Baja Edad Media, el Renacimiento y los albores del Barroco;  y en el que se trasluce el alma de todo un pueblo que, transitando de generación en generación, conocerá el fin de la dinastía de los Trastámara,  la llegada de los Austrias y la coronación en Italia de Carlos V.

En la palabra de personajes de muy diversa condición, asistimos a la recreación de una época cuyas semejanzas con la Españaactual no dejarán de sorprender. Han sido numerosos los materiales utilizados para dibujar este insólito lienzo, desde canciones y refranes hasta crónicas, diarios  y cartas, sin olvidar conocidos poemas y textos teatrales. Una imagen del pasado que, como si de un espejo se tratara,  nos descubrirá la identidad de nuestro presente. Los poderosos de ayer son los de hoy. Los sometidos de entonces son los de ahora. Los mismos vicios y virtudes. También los mismos deseos,  amores y esperanzas.

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Uno de los montajes más esperados de la próxima temporada será sin duda Largo viaje del día hacia la noche de Eugene O’Neill. Mario Gas y Vicky Peña liderarán un reparto que contará también con Juan Díaz, Mamen Camacho y Alberto Iglesiasque dirigirá Juan José Alfonso y que se estrenará el 4 de septiembre en el Teatro Marquina de Madrid. Ambientada durante un único día del verano de 1912 en el hogar de los Tyrone. Mary, la madre, ha regresado a casa tras un tratamiento por su adicción a la morfina. Allí se rencuentra con sus marido James y sus dos hijos Jamie de 33 años y Edmund de 23. Las relaciones familiares no son sencillas y las rencillas y tensiones entre los miembros del clan se suceden a lo largo de la obra. A lo largo de la obra, finalmente, se desvela que Mary no ha superado su adicción y que Edmund ha enfermado de tuberculosis.

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Cerramos este primer post sobre los próximos estrenos teatrales con el que será el tercer montaje de Miguel Rellán en este 2014. El 22 de agosto estrenará la obra Jugadores de Pau Miró en el Palacio Valdés de Avilés. Completan el reparto Ginés García Millán, Jesús Castejón y Luis Bermejo. En los Teatros del Canal estará del 27 de agosto al 5 de octubre. Miró también se encargará de la dirección de este montaje. 

Nuestros protagonistas son cuatro hombres que se acercan a los 60 años. Un barbero, un enterrador, un actor y un profesor de matemáticas. En el fondo son jugadores: ruletas, cartas, deudas, excesos, fracasos… En un piso antiguo, en torno a una mesa, bajo una lámpara, cuatro hombres, un barbero, un enterrador, un actor y un profesor de matemáticas juegan una partida de cartas. Este piso es un refugio en el que se aceptan todos los fracasos, se permiten. El fracaso es la regla, no la excepción. El dinero ha desaparecido, también cualquier posibilidad de éxito personal. A punto de tocar fondo, los cuatro personajes deciden arriesgarse. En este momento el juego se vuelve peligroso.

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Juanjo Cucalón: «Tengo la suerte de poder vivir de algo que me apasiona»

 Nos confiesa que una huelga de educación fue la ‘causante’ de que comenzase en un oficio del que se enamoró cuando veía junto a su madre y su abuela el mítico Estudio 1. «Yo quiero hacer eso» les decía entonces sobre un oficio que admite que le hace muy feliz. Se siente un privilegiado en una profesión cuya precariedad quedó aún más patente con un reciente estudio que indicaba que el 73% de los actores españoles no puede vivir de su profesión. Se le nota comprometido con un montaje como Paradero desconocido, del que destaca que se lleve a primer término la palabra y la reflexión, en esta época de instantaneidad y verborrea casi enfermiza. Con el que fuera Julián Muñoz en una ficción televisiva reciente charló DESDE MI BUTACA. 

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¿Qué le atrapó de entrada de un proyecto como Paradero desconocido a Juanjo Cucalón?

Si te llama Andrea sabes que es sinónimo de calidad artística y eso de entrada ya me atraía. Además, leí la adaptación de la novela y me encantó. El uso de la palabra, tan en desuso en nuestros días, pasa aquí a primer término en esta serie de cartas teatralizadas. Por si fuera poco, el reparto me encantaba y trabajar por primera vez con Laila me parecía un reto.

¿Qué distingue a este Paradero desconocido de otras adaptaciones ya vistas en el pasado?

Siempre que se monta es un gran éxito. De hecho, en Francia lleva un montón de tiempo en cartel y ha recibido muchos premios. Además, se cambian los actores mensualmente, así como cosa distintiva. Hasta ahora se ha hecho una simple lectura de las cartas con dos atriles. Laila ha cogido esas cartas y las ha dado forma de función teatral.

Y en esa forma teatral, toma la palabra el personaje femenino por primera vez…

Sí, esa quizás sea la gran seña de identidad de esta apuesta escénica. En la novela, la hermana de Max, sólo se menciona. Aquí sirve para dar cohesión.

¿Cómo fueron los ensayos con Laila Ripoll?

Tenía muy claro cómo quería hacer las cosas, pero nos ha dejado proponer muchos aspectos de nuestros personajes. He de decir que han sido unos ensayos de lo más agradables. Ensayábamos y en los descansos tomábamos mucho café y churros. Creo que eso vino muy bien para desconectar del dramón que vivíamos en escena.

Paradero desconocido toca un tema duro, ¿Cómo se siente Juanjo Cucalón cuando se baja el telón “Tras la emoción compartida”?

Eso depende del día la verdad. Lo que sí es cierto es que algunos días nos quedamos con esas emociones para disfrutar de la reacción del público que algunas veces es simplemente mágica.

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Una de sus experiencias más recientes sobre las tablas fue La cena de los generales, que protagonizó con Sancho Gracia y que dirigió el también desaparecido Miguel Narros…

Fue un aprendizaje continuo. Era todo un alarde de compañerismo. Esa función ha sido uno de los grandes regalos que me ha hecho esta profesión. Era tan divertido hacer ese texto tan maravilloso de Alonso de Santos. Sancho tenía un halo muy especial, una energía desbordante. Llegamos a tal complicidad que incluso de espaldas sabíamos lo que nos pasaba el uno al otro. Miguel Narros sabía muy bien por dónde quería llevar a tu personaje. Sabía sacar de cada actor lo mejor de si mismo. Ahora lo pienso y aquellos ensayos fueron unas clases de interpretación impagables…

Una Master Class continua

Sí, esa sería la expresión acertada.

Aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para Juanjo Cucalón?

Vivimos en una sociedad en que, con la irrupción de las redes sociales, nos hemos acostumbrado a expresarnos de una forma muy visceral y sin pensarlo detenidamente. En cambio, en el teatro se reflexiona sobre los que no está ocurriendo. Es un medio que está vivo, cada noche es diferente, mágica, especial… En definitiva, el poder de la palabra es lo que hace especial al teatro.

En televisión le hemos visto en la serie Mis adorables vecinos durante más de cuatro años e incluso se metió en la piel de Julián Muñoz, ¿Qué balance hace de esas dos experiencias televisivas?

Con Julián Muñoz Quisimos huir de la parodia, pero es que el personaje se prestaba tanto a ello… Eso sí, tuve la suerte de tener un actor enfrente al que conozco tanto como es Fernando Albizu, esos ensayos fueron divertidísimos… Tenía el referente real a través de decenas de vídeos, pero no quisimos tampoco hacer un calco que no aportase nada. Simplemente, yo hice un personaje que, por circunstancias de la vida, existía en la vida real, pero dejando claro que se trataba de una serie de ficción.

Cucalón caracterizado como 'El Cachuli'
Cucalón caracterizado como ‘El Cachuli’

En cuanto a Mis adorables vecinos lo que te puedo decir es que me dio una popularidad enorme, lo que era muy gratificante al ver reconocido tu trabajo con el cariño del público. Tener continuidad en un personaje te daba la posibilidad de crecer muchísimo como actor. En el rodaje me sentía como en casa. Conseguí memorizar los guiones de una forma fotográfica. Me explico: Leía el guión y no sólo retenía mis diálogos, sino que también me imaginaba la colocación de las cámaras, la iluminación… Desde luego, creo que me sirvió para valorar aún más el trabajo en equipo.

Muchos actores me comentan que ven esta profesión como una evolución natural del juego infantil, ¿Fue así también en el caso de Juanjo Cucalón o vino la pasión por este oficio más tarde?

Yo sí jugaba a ser otro de pequeño, pero no viene mi vocación de ahí la verdad. Yo veía con mi abuela y mi madre los Estudios 1 y La novela, que emitían por las tardes a diario. Viendo esos espacios televisivos, me dí cuenta de que yo quería hacer lo que estaba viendo en pantalla.

Y de esos Estudios 1 hasta que empezó profesionalmente en la interpretación, ¿Cómo transcurrió su vida?

Yo me dedico a esto gracias a una Huelga de Enseñanza. Yo estaba estudiando Electrónica Industrial y dejé la carrera a sólo tres meses de acabar. Precisamente, hicimos teatro para que la gente acudiera a la huelga y a partir de ahí dirigí mis pasos hacia la interpretación.

A pesar de lo dura que es esta profesión, ¿Está satisfecho de haber elegido este camino?

Absolutamente, soy feliz en esta profesión. Tengo la suerte de poder ganarme la vida con algo que me apasiona. Además, al tener una trayectoria detrás, tienes cierta potestad para elegir los trabajos que realmente te motivan como intérprete.

Y si miramos hacia el futuro, ¿Qué proyectos tiene y con que proyectos sueña Juanjo Cucalón?

Quizás ahora me gustaría pasarme al registro dramático en el cine o en la televisión con un buen personaje, donde siempre se me ha visto en un registro cómico, que por otra parte me encanta.

Juanjo Artero: «No quise empeñar mi carrera por dinero»

Siendo un adolescente le llegó la fama de una forma súbita. Con una serie que ya está instalada en el imaginario colectivo, «Verano azul», llegó un momento en el que le ofrecieron esperpénticas y millonarias proposiciones de las revistas del papel cuché, pero supo decir que no. A partir de ahí, con las ideas muy claras de lo que no quería que fuese su carrera, empezó una trayectoria que le ha llevado a transitar por las emociones de personajes como el Charly de El comisario durante 10 años: «Cuando estás tanto tiempo se te queda algo del personaje». Una experiencia que revive en la entrevista con la que quizás fue la escena más emocional de su dilatada carrera. Ahora, tras girar más de un año con «No se elige ser un héroe», continúa con éxito en la gira de «Paradero Desconocido», que le sirve para constatar «Que la historia es cíclica y que nada mejor que recordar para que no se repitan los errores».

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 ¿Qué le atrajo a Juanjo Artero de Paradero desconocido?

Si te soy sincero dije que sí sin pensarlo solo por ser parte del proyecto Andrea Dodorico, que es todo un referente de nuestra escena. Además, estaba Laila Ripoll y sabía que haría una gran versión de esta novela donde la palabra tiene un peso tan importante. Y así es, ya que ha rescatado al personaje de la hermana. Ella nos cuenta la historia desde la intemporalidad de un cabaret que está situado en una especie de limbo. Esta obra nos demuestra que la historia es cíclica y que hay que revisarla para que no se repita. Es inquietante ver la conexión que tiene con la actualidad. Ahora estamos asolados por el auge de los partidos extremistas en Europa.

¿Qué une a Juanjo Artero con la directora de la obra, Laila Ripoll?

La conocí en Verano Azul, ya que su madre trabajaba en la serie. Y montamos una compañía, Micomicón, que ella aún mantiene. Han sido años de vida, de meter los trastos en la furgoneta y ver cómo se ha hecho grande. Siempre hemos mantenido una amistad muy grande, somos de la misma generación, es muy especial esto. Me siento muy orgulloso de ver que lo que hablábamos de jóvenes se ha realizado, que ha sido coherente con lo que quería y ese esfuerzo tiene recompensa.

En Paradero desconocido su personaje sufre un viaje emocional muy fuerte, ¿Cómo se siente Tras la emoción compartida?

Aunque tú hagas un personaje que sufre, puedes disfrutar mucho encima de un escenario. Yo me lo pasaba bomba cuando era Romeo y lloraba en la tumba de Julieta. Si el público te aplaude, pues la emoción se queda ahí durante el aplauso, pero yo luego soy capaz de desconectar con tomarme una simple cerveza.

Viene de otra experiencia teatral como es No se elige ser un héroe

Este tipo de personaje nunca lo había hecho y la experiencia ha sido un tanto agridulce. Nos hubiese encantado estrenar en Madrid, pero el riesgo para la productora era demasiado grande. Ha sido uno de las experiencias de las que más he aprendido. Poder trabajar con Roberto Cerdá y hacer también los ejercicios de cuerpo que hicimos con Carlota Ferrer fue algo maravilloso. Era muy curiosa la respuesta del público. Los aplausos eran fríos e in crecendo, pero creo que el público supo valorar el esfuerzo interpretativo que había detrás. Probablemente, iban pensando que era una comedia más, pero se daban cuenta de que los personajes como en la vida misma no dicen lo que realmente piensan.

Aquí y ahora, ¿Por qué el teatro es un buen lugar para contar historias para Juanjo Artero?

El teatro no morirá nunca. Es el aquí y ahora y cada representación es diferente. El público valora el vértigo del directo. Es lo que lo hace mágico. El teatro es una comunión entre el público y los que estamos en el escenario.

Muchos años haciendo televisión, ¿Cree que es verdad eso de que en la ficción española se quiere llegar hasta a la “Señora de Cuenca”?

Sí, eso es lo que suele ocurrir, pero también hay excepciones. Sólo hay que ver la respuesta ante una serie con tanta personalidad como El tiempo entre costuras. En España no se pueden hacer series minoritarias, el mercado no lo permite. Se tiene que hacer ficción que llegue a varios estratos de la sociedad. Lo que le diría a la gente es que series como El barco se ha vendido a Chile y Rusia entre otros país. En España hay mucho talento y muy exportable y parece que sólo estamos por la labor de criticar. En El barco llegaban a criticar la calidad de las olas que salían en la serie. Si nuestros especialistas en efectos especiales- que están triunfando en Hollywood- tendrían el mismo tiempo y presupuesto que los americanos, otro gallo nos cantaría. El talento no entiendo de fronteras.

Acaba de rodar el cortometraje El millón, ¿Qué le espera al espectador en esta sátira sobre la telebasura?

Es una crítica muy ácida a la telebasura. Creo mucho en el talento del director, Álex Rodríguez. Trabajé con él en Libres, una webserie. De hecho, acabamos de estar seleccionados con esa serie en un festival en Roma. Me hace mucha ilusión. Creo que la telebasura tiene su parte divertida y lúdica que no me molesta, pero ellos lo cogen a muerte. Mira aquí… Bueno, ya parece que se me han quitado las marcas que me hicieron para mi personaje que es un presentador de televisión. Me han escupido, me han esposado, me han tenido atado… Y han conseguido financiarlo por una esponsorización. En Valencia hay un talento creativo alucinante.

¿Está el futuro del cine en manos de los cortometrajistas?

Creo que la forma de aprender a rodar es hacer cortometrajes. Un director no puede torear, tiene que ir con novillos. Me interesa el lenguaje del corto. También para el resto del equipo como por ejemplo los que se encargan de vestuario, los atrezzistas… Es una escuela maravillosa. 

El proyecto más inminente es la película Botas de Barro, ¿Qué le atrajo de esta película?

Es una película sobre superación personal que va a descubrir una ciudad como Melilla, de la que sólo suele aparece la imagen de la valla. Recogen a gente que no saben de qué países son y tienen que atenderles durante mucho tiempo. Nos pensamos que es una cárcel, pero ahí se fraguan unas relaciones humanas muy intensas. Me interesaba también por el tipo de personaje que me ha tocado en gracia, que nunca había hecho en el audiovisual. Es un personaje alcohólico, venido a menos, un perdedor que se tiene que superar.

Artero posa en el Palacio de Festivales de Cantabria.
Artero posa en el Palacio de Festivales de Cantabria.

Ha estado una década en El Comisario, ¿Qué ha aprendido sobre el medio televisivo?

Quizás lo más importante que he aprendido es que más es menos ante la cámara. Ahora también sé escuchar mejor a mis compañeros y he conseguido saber relajarme. Charly ha sido uno de los personajes claves de mi carrera. No sé qué hubiese sido de mi carrera sin haberlo interpretado. No me cansé de hacer el personaje durante una década. Lo enriquecedor era que tenías unos antecedentes del personaje. Llegué a saber lo que pensaba mi personaje. Cuando leí la falsa muerte de Pope por primera vez, lloré como si fuese realmente mi personaje. Decía el guión: “Charly ve a su compañero muerto y le sale un grito sordo”. Creía que no sabría hacerlo al verlo sobre el papel, pero al verle muerto con todo cosido conseguí recrear ese grito sordo en las ocho tomas que hicimos. Es una vida que es mentira, pero para ti existe ese personaje y esas vivencias tan fuertes.

¿Qué ha supuesto el éxito de No habrá paz para los malvados en su carrera?

Trabajar con Enrique Urbizu fue muy bonito y más aún cuando pudimos estar en el Festival de San Sebastián con ese recibimiento tan maravilloso que tuvimos. La nominación al Goya fue como un sueño y la verdad es que a nivel cinematográfico no ha tenido nada de repercusión. De hecho, no he vuelto a hacer cine después.

¿Cómo ha sido su relación con la fama desde aquellos tiempos lejanos de Verano Azul?

Cuando empecé en esto tenía 16 años y la prensa te respetaba bastante, eran otros tiempos… Yo creo que también depende de cómo plantees tu carrera. Me llegaron a ofrecer un millón de pesetas para mi y otro para mi novia por una falsa boda por un rito raro de esos… Sabía que si hubiese entrado en ese juego, hubiese empeñado mi futuro y eso que era muy duro decir que no a una oferta cuando tenías los bolsillos vacíos con 19 años. Si no muestras tu vida, la prensa te respeta. La verdad es que no he tenido muchos problemas en todos estos años. Se han inventado alguna cosa, pero pocas veces la verdad. Llevo una vida muy tranquila sinceramente.