Breves pinceladas sobre un teatro (no) apto para todos los públicos

No todo son vodeviles ni espectáculos sin seso en la cartelera madrileña. No todo son argumentos manidos y mil veces vistos en sitcoms de tercera. No todos son espectáculos simplones para evadirse. El teatro del que hoy hablamos en Un Madrid sin teatros, Un Madrid sin alma no tiene nada que ver con todo eso, aunque y siempre lo reitero, desde esta sección abogamos por la riqueza de la cartelera de la capital, bienvenido sean todo tipo de espectáculos. Hoy nos adentramos en dos de los más reseñables estrenos de las últimas semanas.

El primero, Tierra de nadie, ha puesto el cartel de ‘No hay localidades’ día tras día en las Naves del Matadero, donde ha permanecido hasta el pasado domingo. El motivo creo que es evidente: Ver juntos a Josep María Pou y Lluís Homar. Bueno, alguno también acudiría por el influjo de Harold Pinter, para qué negarlo. El texto es una extrañeza en si misma. He leído varias críticas en las que el autor de las mismas admitía no haberse enterado «de la misa a la media». Pues bien, al público está claro que le pasa lo mismo. Y eso se notó, al menos el día en que yo la vi, en unos aplausos cordiales, pero muy alejados de la gran ovación que merecería el reparto de este arriesgado montaje al que rodea una poética del absurdo de la que le es imposible desprenderse. Intentaré explicar algo del argumento. Esta obra va de dos amigos que se reencuentran muchos años después, aunque por momentos no se reconozcan. Va de eso en cierto modo o no, quién sabe. Lo que sí os puedo contar es que Lluís Homar hace una construcción de personaje de lo mejorcito de su carrera. Altivo, crítico y erudito está a la altura de sus mejores trabajos, que últimamente han sido principalmente en cine y alguno en televisión. No me parece, eso sí, el mejor trabajo de Pou, ni de lejos. En la primera parte, cuando permanece alcoholizado y sin apenas moverse de su sillón, le noto sin garra, sin fuerza, con eso que llaman el «piloto automático». Cuando se levanta y recupera la consciencia de su pasado, su trabajo mejora y se llena de fuerza y vemos al Pou de siempre. Sería injusto no citar a otro de los actores que realmente me pareció excelente, incluso a la altura de estos dos grandes de la escena me atrevería a decir. Su nombre, Ramón Pujol, un actor al que había perdido de vista desde los tiempos de Doctor Mateo, donde descubrí su excelente trabajo. Sobre las tablas del Matadero ha hecho un trabajo medido, contenido, pero no carente de las emociones que transitan por la poesía de Pinter. Un descubrimiento, vaya. Sin duda este Tierra de nadie es un MUST de la temporada, que esperemos que tenga vida más allá de esta microtemporada madrileña.

pinter

Y la otra propuesta nos lleva al Teatro de la Abadía y se llama El policía de las ratas. Un roedor agente de policía investiga un asesinato. Vemos sobre el escenario un cadáver. Una rata gigante, un gotero y unas sillas son los únicos elementos de atrezzo de este oscuro y sombrío cuento de Roberto Bolaño. Vayan con una advertencia por delante: El espectáculo es lo más antiteatral que he visto en mucho tiempo. Imagínense que es una lectura dramatizada, que como tal funciona perfectamente. No esperen ver a los actores caracterizados de ratas desde luego, ¿Quiere decir esto que me parezca una mala propuesta? Para nada, simplemente no me llegó en exceso esta soterrada reivindicación del diferente, del artista en la que Álex Rigola ha dirigido a dos extraordinarios intérpretes, Andreu Benito y Joan Carreras.

Como dice la función, entre las ratas pocas hay dadas a cultivar el ARTE. Y entre los humanos, todo sea dicho de paso.

el policia

Se baja el telón de este último Un Madrid sin teatros, Un Madrid sin alma, pero ya me pongo manos a la obra con el siguiente en que el teatro musical será el protagonista con una propuesta mágica y otra ochentera, ¿Sabéis ya a que musicales me refiero?

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¿Sabe o no sabe cuáles han sido los últimos éxitos y pifias televisivas?

Cuatro ha dado la negativa a un piloto de Guasap, el programa para el access que iba a presentar Dani Martínez. No tienen prisa, un concurso fresco y barato ha sido la revelación del verano y sigue siendo una buena opción en términos de audiencia. Lo Sabe, No Lo Sabe, reitero que es un concurso barato y diviertido. Juanra Bonet es un comunicador nato, un placer que nos haya «alegrado» el verano, esa época de estío televisivo. Guasap se terminará estrenando, pero sería un error no contar con Bonet en el futuro con ese concurso de mecánica sencillísima, pero muy ‘dinámico’.

Sorprende el pésimo dato de audiencia en este comienzo de curso televisivo de un producto de la calidad de Imperium. Bien es sabido para los lectores de este blog que suelo hablar bien de los cuidadísimos trabajos de Bambú Producciones. En este caso vuelvo a aplaudir su trabajo en este spin off de Hispania que han titulado Imperium. Esta historia de los primeros gangsters de la historia, los romanos, vuelve a destacar por su cuidadísima ambientación, esta vez han rodado en Cinecittá. LLuís Homar está inmenso en sus enfrentamientos con Pepe Sancho. La trama funciona y añadir al selecto elenco a Elvira Mínguez es todo un acierto. Una pena que difícilmente vaya a remontar el vuelo en términos de share.

Tenía curiosidad por ver la vuelta a la producción propia en ficción de TVE con Estamos Okupa2. Curiosidad y miedo. Resulta inverosímil pensar en Carmen Maura en una residencia, está demasiado activa  como para que el hijo en la ficción le mande con la gente de la senectud. Decorados de cartón piedra, siempre que hay esto el conjunto suele ser funesto. Solo hay que ver Las Chicas de Oro, serie con la que comparte, qué casualidad, dos actrices y el director, Juan Luis Iborra. En el Ente Público se han propuesto usar los recursos «de la casa» y por eso han diseñado esta serie que por no tener no tiene ni gracia. «España necesita otra Nadiuska», dice el personaje de la Maura. España ni necesita una imitadora de la actriz, cada intérprete tiene su sello personal, ni mucho menos esta serie que debe ser un «trabajo alimenticio» para algunos de los solventísimos actores que participan en semejante bodrio pagado con los impuestos de los españoles, en plena crisis. Menos producción propia de pacotilla y más sacar del cajón 14 de abril, la República, Gran Reserva y Cuéntame, que ya hay muchas ganas de verlas. Mis respetos para los actores, que están fantásticos. Ellos no tienen la culpa de que una idea en principio divertida se haya convertido en esto. La audiencia ha respondido como se podría esperar con los ojos cerrados, con un pésimo dato – 8.8%  share y 1.357.000 espectadores.

Por fin, Isabel. El público lo vio en masa, pero va a ser complicado que haya segunda temporada. En la política de aplazar sine die los estrenos de las series de TVE, salvo Estamos Okupa2, se había aplazado muchos, demasiados, meses su estreno. Hay talento en los actores, inmensos Ginés García Millán y Pedro Casablanc. Hay talento en los guiones, muy entretenidos, sin que parezcan una clase coñazo de historia. Y por supuesto, la importantísima ambientación, muy cuidada. A algunos les recordará a Los Tudor e incluso a Juego de Tronos, tetas fuera, pero eso es lo de menos. Hay que dice que todas las historias ya las contó Shakespeare. Puede ser, lo importante es darle un «envoltorio» de calidad e Isabel lo tiene. Otro paso más en nuestra ficción, bravo.

"The Pelayos": Apuesta por tus sueños

Las películas que pasan por el Festival de Málaga solo en algunos casos son garantía de éxito-calidad. En el citado festival patrio se presentan muchas cintas destinadas a cautivar a una parte del público, eso no tiene que ser malo… necesariamente. He defendido la vocación ‘comercial’ del cine español, como deben tenerlas todas las cinematografías. Eso no quiere decir que vaya a defender productos flojos, destinados unicamente a intentar arañar unos cuantos miles de euros de recaudación. Entretenimiento de calidad, eso es lo que defendería con aplomo. Esos productos que atraen a buena parte del público ofreciendo un entretenimiento que no está reñido con la calidad del producto final.

«The Pelayos» ofrece eso. Bravo. Hacer  ‘desconectar’ al espectador, como fábrica de sueños que es el cine, es una de las premisas que deberían seguir más a menudo los realizadores. Durante 100 minutos olvidarte de tus preocupaciones es una bendición. ¿Qué ofrece «The Pelayos»?

1.Un reparto «de altura»

LLuis Homar, el actor «humanista», que consigue darle humanidad y credibilidad a cualquier personaje real o salido de la imaginación de algún guionista.

Daniel Brühl, ¿Por qué tendrá una carrera tan prolífica dentro y fuera de nuestras fronteras? Tengo la respuesta: Es uno de los actores jóvenes más magnéticos, que traspasa la pantalla en cada plano.

Vicente Romero es uno de nuestros actores que más trabaja en la actualidad. Desde el cojo de «Con el Culo al Aire» al matón de «Crematorio», Romero demuestro que es uno de los grandes. Le pasa como a Homar, que ‘humaniza’ a los personajes, debe ser cosa de los actorazos.

Miguel Ángel Silvestre, la revelación absoluta. Sin ninguna duda, su mejor papel, que le podría consagrar como algo más que «El Duque». Canalla, divertido y sin ningún tipo de complejo de ‘ abrirse en canal’ .

Eduard Fernández, solo por verle cara a cara con Homar en una electrizante escena que comparte ya merece la pena su mera presencia. Creo que solo puedo decir que es una suerte tener a actores del `peso’ de Fernández en nuestro país.

2. Una historia que te atrapa

Entretenimiento al servicio de una buena historia, bien construida, con estilo, con unos tiempos muy bien medidos.

3. Una banda sonora muy ‘cool’

Los perdedores ‘cool’ protagonistas de esta cinta están acompañados por una banda sonora en la que destacan artistas como Las Divinas.

En definitiva, una cinta que demuestra una vez más que podemos hacer algo más que películas ‘guerracivilescas’, simplemente fantástica esta historia  que Eduard Cortés y Piti Español han armado con acierto. Una historia de gente normal que consigue desafiar al sistema, haciendo un sueño realidad.

"Eva" o cuando el espectador siente la magia del cine

Hacía tiempo que no salía con esta sensación del cine. Ver esta película ha supuesto todo un viaje. Eva es una película especial, única en su especie, que demuestra que en el cine español sabemos hacer más cosas que «españoladas».

En este puente en que la atención mediática se ha centrado en la irregular Tintín, descubrir la robótica historia de Eva resulta un verdadero soplo de aire fresco. Ciencia ficción, un género que parecía imposible de hacerse en España, se hace realidad en esta película sorprendente y cautivadora. Hemos visto muchas de robots, del futuro, pero nada parecido a lo que nos presenta el debutante Kike Maíllo.Maíllo ha creado un universo propio, que destila humanidad. Detrás de la historia de futuro, hay una gran historia de amor en esta «gélida» cinta por los parajes en los que trascurre. Lo que vemos en la pantalla nos «atrapa» por una simple razón: resulta creíble. Solo algunas cosas son artificiales en esta historia, derrochando más verdad que muchas películas pretendidamente realistas. Eva habla de sentimientos, de vida.

Aún me siento atrapado por los gélidos parajes y la enternecedora historia de Eva, una niña que se convierte en el patrón a seguir en un nuevo robot. Maíllo es un maestro del cine, solamente se puede decir eso de alguien que ha demostrado en esta película con pulso firme que tiene una firma propia. Cada vez hay menos autores y más «vendidos a la industria». El director demuestra que se pueden hacer historias de ciencia ficción que puedan conmover al espectador. Y esa es precisamente la nota que distingue la partitura de Maíllo de otras cintas de este género: la emoción que hay detrás de cada imagen, de cada plano, de cada fotograma milimetricamente planificado.

Hablar de Eva es hablar de amor por el cine, el que demuestra su director que da una verdadera lección de ritmo. La película engancha, te atrapa en su espiral robótico-humana para llevarte a un universo fascinante, agridulce, cual cuento para adultos con final imprevisible. Siendo una película por momentos «agria», es totalmente blanca y totalmente recomendable para cualquier tipo de públicos. No es para nada, y se agradece mucho en estos tiempos de lo «politicamente correcto, complaciente como no lo es la propia vida en la que se mezclan las luces y las sombras.

Reseña también merecen los actores, pero contar con semejante reparto, creo que ya era una garantía. Empezaré por Daniel Brühl. Lo primero manifestar mi admiración por la carrera internacional de este actor. Lo segundo, que está fantástico en ese personaje que vive a caballo entre un amor de otro tiempo y su pasión por la robótica. La elección para interpretar a Eva no podía haber sido más acertada. Claudia Vega es una actriz única, natural, con un desparpajo y una facilidad para emocionar poco propio de sus doce años. Huele a Goya. Marta Etura, otra vez en un peliculón. Vaya suerte de carrera y vaya suerte poder disfrutar de sus trabajos en el cine, ¿Para cuándo una obrita de teatro?. LLuis Homar es el mayordomo robótico del protagonista. El veterano intérprete se mete en la piel del personaje con asombroso tino, por momentos nos olvidamos de que estamos ante un GRAN ACTOR y descubrimos al fiel escudero cibernético del protagonista. ¿Por fin Goya para él?. Redondea el reparto el fantástico Alberto Ammann.

Casi se me olvida hablar de los efectos, cuando son uno de los atractivos del filme a primera vista. Al final, transciende más la historia que los propios efectos y eso se agradece. No obstante, son realmente impresionantes y merecen una mención por el paso adelante que suponen en nuestra industria. También destacables son la fotografía y una banda sonora simplemente electrizante.

Hacía tiempo que no sentía la magia del cine, ese momento en que se encienden las luces y tienes la sensación de que ese ratito de ocio se ha convertido en algo más, en un momento que jamás olvidarás y que quieres alargar eternamente como esas conversaciones de café cuando una obra de teatro te ha «tocado»…