Patxo Tellería, uno de los nombre imprescindible de la escena, el cine y la televisión en el País Vasco es el autor de Páncreas, que vuelve al Teatro Valle Inclán el 8 de enero tras la indisposición de Santiago Ramos. El autor y director de La Máquina de Pintar Nubes y Bypass es nuestra nueva Firma Invitada.
Me preguntan por qué he escrito Páncreas en verso. Y por qué lo llamo contemporáneo. Trataré de responder, si es que existe respuesta.
La renovación y la involución llevan pugnando durante siglos. Se dice que a Bach, expertos musicales de la época le recomendaron no intentar un nuevo estilo, porque en música “ya estaba todo inventado”. En la época clásica del teatro francés se admiraban las piezas “bien hechas”, denominando así a lo que no se salía ni un milímetro de los cánones de perfección establecidos, y que ellos imaginaban eternamente inamovibles.
El teatro contemporáneo, el arte en general, valora la innovación. A veces parece que se busca de manera compulsiva la sorpresa por encima del contenido. Eso suena a fin de ciclo, a decadencia de un género cansado de sí mismo. Pero también es cierto que lo que no se renueva, se marchita y muere.
Cada día aparecen propuestas teatrales que buscan en la forma y en el formato su hecho diferencial. Se investigan denodadamente nuevos lenguajes, nuevos espacios. Se hace teatro en autobuses, en coches, en domicilios privados, en armarios… Se recuperan moldes medievales, se explora el teatro hindú, la ópera de Pekín, el teatro Noh…
No he hecho otra cosa con Páncreas: buscar una nueva forma expresiva. O lo que viene a ser lo mismo, recuperar una, olvidada y semienterrada. De la misma manera que compositores franceses de fines del XIX (Ravel, Bizet…) se inspiraron en la vieja música española para modernizarse.
El verso de Páncreas no suena, no quiere sonar, a viejuno ni a rancio. Es un lenguaje contemporáneo que utiliza un recurso lingüístico que había sido radicalmente expulsado del repertorio de recursos del teatro.
Evolución, que no involución. Sé que es difícil explicarlo. Creo que nos dejamos llevar por tópicos e ideas preconcebidas. Si me llego a inspirar en el medieval Kabuki japonés o en el más medieval Natya Sastra hindú, nadie habría dudado de lo moderno de mi propuesta.
Pero ay, ¡me he inspirado en el Siglo de Oro!