Coinciden en cartel tres espectáculos de teatro musical en Madrid con compositores españoles, lo que nos da una buena muestra del buen momento del género en nuestro país. En este reportaje ponemos en valor el trabajo de los compositores que dan magia a nuestros escenarios ejemplarizados en Ricardo Llorca, Iván Macías y Jaume Carerras.
RICARDO LLORCA
Inspirado por la música y las tradiciones de las bandas de su Comunidad Valenciana natal, Ricardo Llorca se dio cuenta de que la composición era lo suyo cuando vino a Madrid. Allí descubrió mientras daba clases con una profesora de piano que lo que realmente le gustaba no era tocar música de otros, sino más bien tocar “música propia”. En plena Movida, estudiaba en el Conservatorio donde un profesor le dijo que lo que tocaba en el Rockolla “no era música de verdad”. Era el momento de dar carpetazo a la capital española y poner rumbo a Nueva York.
Era el año 1988 cuando llegó a la ciudad que nunca duerme. En contraste con Madrid donde las cosas estaban muy difíciles para los compositores que se quisieran salir de la línea establecida, se encontró un lugar abierto a todos los estilos musicales. Estaba claro que el artista había encontrado su lugar en el mundo, donde además de componer ha realizado una intensa actividad docente.
Y de repente Mihura vuelve a su cabeza. Fue su representante en Nueva York la que le dijo que sería una buena idea musicalizar una obra del absurdo español. Así, se puso manos a la obra y pensó en obras como El Baile de Neville, pero las dificultades que pusieron los herederos para convertir en ópera La vida en un hilo le hicieron desistir en el intento de ponerse en contacto con ellos. Del genial Jardiel se encontró muchas dificultades en darle vida musical por ser “un tanto barroco con muchas ideas a la vez”. Y de repente tras leer la obra Ni pobre ni rico sino todo lo contrario cayó en la cuenta de toda la musicalidad que se escondía tras las palabras de Miguel Mihura. Así, recordó de golpe todas las tardes de teatro que disfrutó con su familia cuando era solo un niño en Madrid. Entre los títulos que destacaban en aquella época uno de ellos era Tres sombreros de copa. Al revisar este título y ponerse en contacto con sus herederos admite que fue fácil conseguir los derechos: “Mariló Mihura ha sido encantadora”.

Las bandas de música, inspiración musical para sus Tres Sombreros de Copa. El compositor lo tiene claro: “Esta obra es un homenaje a la música de las bandas”. Tal es así que este alicantino por casualidad -en aquella época su localidad, Benidorm, no tenía Hospital- viajó al sur de Italia para conocer un poco más esta tradición que entroncaba tanto con sus orígenes valencianos. Allí encontró “unas nanas napolitanos del siglo XVII que usé como base para esta obra”. Y es que el compositor admite: “Todo es plagio. La música de todos los compositores se basa en otras músicas. Lo que pasa es que de esa música tú creas tu propia composición”. Y en ese momento nos enumera varios ejemplos como el de La Petrushka de Stravinsky. En realidad es un cuplé que le dedicaron a Sarah Bernhardt. El compositor lo rehizo y “lo convirtió en la obra de arte que conocemos ahora”.
Un estreno europeo. Como ocurre con muchos compositores españoles, no se puede decir que sea profeta en su tierra. Es por eso que el artista quiere recalcar el interés de esta obra como “una forma de enseñar al público lo que se está haciendo en otros países”. En el escenario del Teatro de la Zarzuela veremos la esencia de la obra de Mihura, pero adaptada a la forma de narrar que tienen los estilos del teatro musical. Así, ha resultado imprescindible para su adaptación a la zarzuela eliminar el segundo acto por la gran proliferación de personajes, pero del primer y el tercer acto se han respetado todos los diálogos hablados. Sin duda, el humor de Mihura estará sabiamente conjugado con la música de Llorca en este espectáculo que estará en cartel en el Teatro de la Zarzuela desde hoy y solo hasta el 29 de noviembre.
JAUME CARRERAS
Cuando Jaume Carreras tenía 8 años, su abuelo -que vivía en la casa contigua a la suya- compró un órgano de dos pisos: “A mí me fascinaba ese instrumento e iba cada día a su casa para intentar sacarle sonidos, tenía tantas combinaciones que me tiraba horas con él”. Así, empezó a esbozar melodías que “para mí tenían sentido”. Por aquel tiempo en su colegio había un piano y compuso con el para la clase de música el primer tema junto a un compañero que tocaba la guitarra. Muchos años después, con ese amigo formó un grupo de rock sinfónico.
Esa primera vez con Los Miserables. El inolvidable musical basado en la novela de Víctor Hugo tuvo mucho que ver en su interés por los musicales: “Me encargaron los arreglos para una versión y sin saber muy bien donde me metía, lo hice y me enamoré de este arte hasta hoy”. Un género que disfruta mucho más trabajando en él incluso que como espectador, aunque admite que ha visto muchos como ese Passion con el que vibró hace 25 años en Nueva York. Desde entonces, Stephen Sondheim ha sido un referente claro: “Por la forma en la que entiende la dramaturgia musical y cómo modula la palabra con la música”. En las composiciones de Carrras también han influido referentes musicales tan dispares como Handel y Beethoven, Puccini y Bellini, Max Richter y Johan Johannsson, o Queen y Brian Eno. De ahí que en cada uno de sus temas, pretenda saltar lo que el público está esperando como lógico. Nos ejemplariza de la siguiente manera: “Imagina que tienes una serie numérica 2, 4, 6, 8. Sabes que el siguiente número va a ser el 10. Entonces yo pongo un 21, un número improbable que rompe la serie. Quien aprecia la música espera ese número raro, esa nota que no debería estar ahí y que lo cambia todo. Entonces el oyente siente algo que no sabe explicar, pero que le proporciona placer. Eso se llama arte. Lo demás es plagio”.
Nuestro Alan Menken ibérico. Durante su carrera, el artista ha llevado a escena algunos de los títulos más emblemáticos de la literatura infantil y juvenil. Suyas son las partituras de musicales como Caperucita Roja, uno de los grandes éxitos recientes del Teatro Sanpol al que se suma desde el 23 de noviembre también Heidi. Quizás la clave del éxito de Carreras en el campo del teatro musical familiar es cómo se enfrenta a esta tarea sin tener en cuenta al tipo de público que va dirigido: “La única premisa que tengo al componer es que cuando lo estoy haciendo me tiene que emocionar a mí. Cuando sucede, cuando noto que algo resuena en mi cuerpo, sé que estoy contando la verdad, y sé que el público se va a emocionar conmigo. Es un momento mágico”. Sin duda, uno de sus referentes iniciales, Alan Menken, han influido en sus trabajos en el campo de los musicales familiares con esas melodías inolvidables con las que hemos crecido varias generaciones.
Heidi, el musical, un reto monumental. Cuando se puso manos a la obra en la adaptación junto con Julio Jaime Fischtell, autor del libreto y cofundador del Sanpol, se enfrentó a una novela mucho más introspectiva e intensa de lo que esperaban teniendo en cuenta que el espectáculo iba dirigido al público familiar. Para el compositor, la clave para que su música fluyese estuvo en “el texto maravilloso que escribió Julio”. Entonces tuvo claro que: “Las canciones debían ser la dramaturgia misma”. De esta forma, consiguió que de alguna forma: “Las palabras que salían del texto me fueran mostrando el camino. Era como si los personajes me hablaran a mí, y yo solo debía traducir a música lo que estos me estaban transmitiendo”. Todo ello le volvió a corroborar que: “Cuando escribo música no me paro a pensar, no es para nada un trabajo intelectual, sino instintivo”.

Para este musical intentó captar lo que los personajes sentían teniendo en cuenta que: “En el universo de Heidi no existe el bien y el mal, solo existen los motivos que impulsan a los personajes a hacer lo que hacen. Me centré en esos motivos sin olvidarme de las montañas donde todo es sublime y grandioso”. Ya en el segundo acto del espectáculo, en un espacio cerrado, intentó trasladar el espíritu de Heidi a su música: “Heidi transforma su entorno y con la música procuré evolucionar con ella”. Sin duda, este espectáculo de teatro musical, que estará del 23 de noviembre de 2019 al 4 de enero del 2020 en el Teatro Sanpol, tiene los elementos imprescindibles para convertirse en el más emocionante y mágico montaje de estas Navidades.
IVÁN MACÍAS
Iván Macías aprendió a leer música a la vez que el texto. Culpa de ello la tuvieron sus padres, músicos de profesión. Y así, como una evolución natural tras empezar a tocar el piano hizo sus primeras piezas musicales hasta que llegó ese gran reto que fue su primer musical: Germinal. Poco después llegaría El médico que, tras una versión sinfónica, llegó al escenario del Nuevo Apolo hace más de un año. Así, con este espectáculo pretendió “contar un viaje de las tres culturas en la Edad Media”.
En busca de la emoción. Uno de los mayores retos a la hora de poner en pie este ‘titánico’ proyecto fue dar vida a los pasajes más esenciales de la novela. Para ello, consultó a muchos lectores de la novela que le contaron cuáles eran sus momentos estrella. La clave estaba en “buscar dónde te emociona y transformarlo en música”. Todo ello llevó al mismísimo Noah Gordon a afirmar que estaba escuchando su libro. Así, cuando Macías le tocaba algún pasaje musical el autor era capaz de identificar a qué parte de su novela pertenecía.
“Este musical está más cerca del lenguaje cinematográfico”. Para Macías, era importante que el espectador tuviera la sensación de que estaba viendo una película. Para ello: “Usé muchos recursos del cine”. Todo un reto para este compositor que admite que afortunadamente hay una gran cantera de compositores en España. Para la partitura de El médico es inevitable, como con cualquier composición, encontrar alguna “inspiración arrebatadora”. Por ejemplo el Aria del Sha sin duda lleva a su admirado Puccini. De alguna forma el aroma de este compositor está en esa pieza, sin por supuesto ser un plagio.

Un antes y un después en nuestro musical. Sin duda, El Médico ha sentado un precedente en nuestras tablas. Y es que no es habitual que una producción 100% española pueda competir de tú a tú con las grandes franquicias internacionales que llenan de magia la Gran Vía madrileña. De alguna forma: “El médico ha quitado prejuicios y miedos”. Y tras este gran musical, que cuenta con grabación en CD, ya se avecina otro: Los Pilares de la Tierra. Macías nos avanza que: “La gente va a flipar, es muy diferente a El médico, va a ver cómo se construye la catedral en directo con una potencia visual muy impactante”. Mientras eso ocurre podemos seguir disfrutando de El Médico un par de meses más en Madrid antes de su desembarco en Barcelona y su posterior gira.